El siguiente es un extracto de lo publicado por Roberto Gargarella (participante de la jornada) en su blog "Seminario de Teoría Constitucional y Filosofía Política", respecto a su experiencia en la misma:
En debate con Carmen Argibay
1) Dí la bienvenida al fallo, y a la recuperación de la línea jurisprudencial iniciada a través del caso Bazterrica (referido al gran Gustavo Bazterrica, ex La Máquina de Hacer Pájaros y Los Abuelos de la Nada), en 1986.
2) Critiqué la demora injustificada de la Corte, que ponía en riesgo el resguardo de derechos incondicionales, por razones de tipo estratégico, relacionadas con la necesidad de recuperar la legitimidad destruida de la Corte, que la afecta desde los años 90.
3) Critiqué las imprecisiones y vaguedades del fallo en torno a la crucial cuestión acerca de cuándo se producen daños a terceros. Al respecto, rechacé dos ideas, al menos, de tal concepto. La primera, la utilizada por la Corte en Montalvo, que presume que si hay consumo personal hay daños a terceros, dado que el mismo generaría comportamientos imitativos. La segunda idea de daños que rechazo es la que algunos jueces de la Corte habrían sugerido, al trazar un vínculo entre las nociones de "no-daño" e "invisibilidad" de la acción (es decir, si consumo de un modo invisible a los demás, no afecto a nadie, idea muy mala, al servicio de la anterior, y peligrosísima por el modo en que piensa la idea de privacidad. Ello, sobre todo para quienes estamos interesados en cuestiones de género, y tomamos como prioridad la lucha contra la violencia doméstica).
4) Critiqué las imprecisiones y vaguedades del fallo en torno a la idea de autonomía individual. En tal sentido, sostuve la importancia de rechazar el perfeccionismo estatal (la imposición de modelos de virtud personal por parte del Estado), PERO a la vez la necesidad de defender el paternalismo estatal, es decir medidas destinadas a fortalecer la autonomía individual (medidas que dejen, sin embargo, la última palabra al respecto al propio individuo afectado).
5) En continuidad con lo dicho en 4, señalé que el tomarse en serio la idea de autonomía requería de la Corte tomarse en serio las condiciones (materiales) de la libertad individual, es decir empezar a tratar de un modo más comprometido los casos de derechos sociales algo que, por lo que discutimos en el blog hace unos días, la Corte no parece decidida a hacer.
6) Finalmente, hice referencia a la necesidad de repensar los casos y modos de la intervención judicial, por ejemplo, para romper con la torpe dicotomía con que hoy se piensa la actividad judicial, la actitud binaria de reprimo o me abstengo; impongo coerción o me lavo las manos.
Doña Carmen, con enorme amabilidad e informalidad, cual es su estilo, dio respuesta a cada una de mis observaciones, que por ahora transcribo, con independencia de mi acuerdo o no con sus réplicas
Carmen.
1) Reconoció la demora de la decisión, y reconoció que así se pueden violar derechos. De todos modos, dijo que en este caso, la demora no se había debido a especulaciones o cálculos de tiempo (pero sí admitió que eso había ocurrido, lamentablemente, en otros casos, como los relacionados con cuestiones económicas), sino en razón de la dificultad de seleccionar bien la causa, y llegar a un acuerdo (y contó que Fayt siempre los admoniciona diciendo que el tiempo se venga de quienes deciden a las apuradas).
2) Sugirió que el gran tema fue convencer a quien antes (en Montalvo) había votado por la criminalización (empieza con F). La explicación habría tenido que ver con la negativa de uno de los jueces a votar en el caso seleccionado en principio, ya que en el mismo la cantidad de estupefacientes secuestrada era alta, si bien estaba destinada al uso personal. Dicho caso era, para Carmen, mucho más interesante que Arriola, porque incluía abuso policial. Sin embargo, cuando ya estaba casi forjado el consenso, y ella ya tenía escrito su voto, se decidió cambiar de caso, por otro (Arriola) en donde la cantidad consumida era insignificante para cualquiera.
3) Reconoció que se había dejado a la idea de daños a terceros "allá arriba," indefinida, pero insistió en la importancia de al menos haber fijado la idea: daños a terceros es el límite (ay!). De todos modos, acordó conmigo en la necesidad de precisar el concepto, en casos futuros.
4) Sostuvo que la idea de daños a terceros fijada en Montalvo era "horrible."
5) Afirmó que las ideas de privacidad y autonomía individual deben pensarse con independencia del ámbito o lugar (sin embargo, en algunos ejemplos que dio enseguida, diluyó otra vez esa distinción).
5) Reflexionó sobre los límites del paternalismo estatal, y dijo que alguien, como adulto, tiene el derecho de auto-destruirse si es que quiere, sin que el Estado se inmiscuya en ello. Dio, de manera polémica e interesante, el ejemplo del suicidio (en esto, también polemizó con lo que le había dicho, al sugerir que el Estado debía ayudar a fortalecer la autonomía individual).
6) Dijo (suscribiendo, ay, a la espantosa idea de separación estricta de funciones entre las ramas de gobierno), que ellos, en la Corte, no tienen nada que ver con la formación de políticas públicas. Proclamó, frente a los legisladores, un "ocúpense ustedes, nosotros no podemos!" (ay!).
Y eso es casi todo. Gracias Carmen, gracias Diana!